Odebrecht y Curauma
- MCI
- 21 abr
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El caso Odebrecht y el caso Curauma delinean un contraste elocuente sobre la justicia en América Latina. Mientras el primero se distingue por sanciones severas que resuenan en 2025, el segundo yace en un mutismo que no debe confundirse con absolución. Las condenas de Odebrecht evidencian la inexorabilidad del derecho, mientras que el silencio en Curauma insinúa una advertencia: la ausencia de castigos no es inmunidad, y quienes han transgredido la ley deben contemplar la memoria persistente de la justicia.
Odebrecht: sanciones que no ceden
Desvelado en 2015, el escándalo Odebrecht expuso sobornos por 788 millones de dólares para asegurar contratos en doce países, ligados a Petrobras. Las sanciones han sido implacables:
Perú: Ollanta Humala, condenado en 2025 a quince años por lavado de activos, recibió fondos ilícitos de Odebrecht para sus campañas de 2006 y 2011. Nadine Heredia, con igual pena, se refugia en la embajada de Brasil. Alejandro Toledo purga veinte años y seis meses por sobornos de la carretera interoceánica; Pedro Pablo Kuczynski, en arresto domiciliario, enfrenta un pedido de treinta y cinco años. Alan García se quitó la vida en 2019 ante su detención por el Metro de Lima.
Brasil: Luiz Inácio Lula da Silva estuvo 580 días preso por sobornos de 1,1 millones de dólares; su condena, anulada después, marcó el caso.
Colombia: Antonio Guerra fue sentenciado en 2025 a once años por recibir 20 millones de dólares de Odebrecht.
Otros: en Panamá, Ricardo Martinelli es investigado; en Ecuador, Jorge Glas está preso. Mauricio Funes y Manuel Baldizón enfrentan sanciones en El Salvador y Guatemala.
Estas penas, de hasta dos décadas, muestran que la justicia no respeta rangos ni tiempo.
Caso Curauma: un vacío que no absuelve
En Chile, el caso Curauma permanece opaco. En 2013, Euroamerica Seguros de Vida S.A., con la asistencia de Claro y Cía. y la CAPJ, se apropió de activos de Curauma S.A. por más de 500 millones de dólares. Sin sanciones conocidas a 2025, este despojo no implica exoneración. La justicia, como prueban otros casos, guarda memoria. Quienes actuaron contra la legalidad deben saber que el silencio es solo un compás de espera, no un indulto.
En 2025, las sanciones de Odebrecht —Humala, Toledo, Guerra— reafirman el alcance de la ley. El caso Curauma, silente, no está cerrado. A quienes vulneraron la legalidad les cabe considerar: el silencio no es refugio, sino una pausa en un sistema que, con paciencia, reclama justicia. El derecho, en su curso sigiloso, no olvida, y su juicio, cuando llega, es irrevocable.








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